Sobre David Zuazola
¡No soy artista! Es bueno aclararlo desde el principio. No soy artista ni nada parecido. Soy David Zuazola, nada más.
Bueno también podría contarte que mis amigos músicos me instan a abandonar la música y seguir el camino de los títeres, mientras mis amigos titiriteros me dicen que soy muy buen músico, y debería dedicarme a ello, no a los títeres. Mis amigos actores me dicen que soy bueno haciendo música y títeres, que mejor me dedique a ello. ¿Qué dice el público? Que mejor vuelva a escribir en mi casa y no salga de ahí. El inconveniente es que mis amigos escritores y dramaturgos me dicen que me dedique a cocinar, ya que soy muy buen chef. Y estoy de acuerdo con ellos, pero me gusta incomodar.
Podría contarte mi currículo, y expandirme con una serie de datos para rellenar espacio en esta web, o para intentar impresionarte. Pero ¿Para qué? Podría contarte de mis viajes por el mundo con mis cajas llenas de títeres. Podría contarte cuántas veces me han retenido en el aeropuerto por transportar “Carga sospechosa”, pero, ¿Para qué? El sentido de darse a conocer no pasa por cuántos estudios tengo, ni por cuantos cursos he dictado o recibido. Tampoco creo que importe el colegio o la universidad. Yo creo firmemente en el trabajo. Esto incluye procesos y resultados. Muchos fracasos, que finalmente son un resultado precioso. Soy un hijo del fracaso con alta tolerancia a la frustración. Nunca bajo los brazos y francamente descanso poco. Pero todo esto tiene un fin: Crear una obra. Eso es lo que habla. Es el mejor currículo.
Con todo esto puedo decirte como información general que he pasado por La Compañía de Jordi Bertrán, en Barcelona, donde empecé como músico y primer actor. Fue mi entrada al inestable mundo de los títeres y sus derivados. Pero ese no fue el comienzo de todo..
Esto sucedió cuando estaba en la Escuela de Teatro en Barcelona después de llevar más de 15 años ligado a la música y a la escritura, las comunicaciones y también al teatro. Sí, empecé con la edad de 13 años en Santiago de Chile, mi lugar de origen, e incluso terminé mis estudios de Comunicación Audiovisual antes de volar a España a vivir.
Estuve en otras compañías como El Retablo de la Ventana, con mi querido Marcelo Rocca, quien me acogió a mi llegada a Madrid. Luego Integré “La Compañía del Maldito Martillo”, Que fundé con mis dos amigas Lauras. Ahí fue donde comencé a investigar con mecanismos y cosas raras. Decidí alejarme y trabajar solo. Básicamente porque veía un estilo en mi ignorancia, y mis cercanos me lo hacían ver ¡Sin tener idea de construir títeres!
Así cree “Ala Sucia” y viajé y viajé. Escribí y viaje. Estudié y viajé. Tomé vino y viajé.

Fui invitado a trabajar en Italia a la compañía ScarlattineTeatro, en la obra “In-Boscati” Construyendo y manipulando un Minotauro de Hierro, con el casi pierdo la vida…Se hacía esta obra en espacios abiertos y comenzó una tormenta con rayos…ya se imaginan como arranqué por la pradera.
Con ScalattineTeatro hicimos otra obra de mi autoría llamada “Cupido es una Broma” y después volví a Madrid para crear mi espectáculo “El Juego del Tiempo”. Aviones, hoteles y países, y esas cosas vinieron, y me cansé. Me cansé mucho y también me enfermé ¿Sabían que la gente que no escucha a su cuerpo se enferma? Pero me fui a vivir a Andalucía, donde con mi socio y amigo José Diego Ramírez y mi productora estrella y amiga Luz Riego, emprendimos una versión divertida de “Los 3 Cerditos”. Era perfecto; viajes en coche, cerca, nada de hoteles, comida normal, y sin madrugones ni check in ni check out. Una gran experiencia de aprendizaje y amistad verdadera.
Y me quedé en Andalucía, a medias.
Fui invitado a Trabajar a Polonia, a la compañía mítica Unia Teatr Niemozliwy, con mis dos grande amigos; Marek Chodaczyński y Marek Żurawski. Y así me fui a vivir a Varsovia para hacer la obra “Robot”. Todo en medio de la bendita pandemia. En el 2021, escribí un proyecto que pude dirigir. “La ciudad de las Luces”, una coproducción con el Teatro Gulliver de Varsovia, Unia Teatr Niemozliwy y un servidor. Maravilloso estar sentado dirigiendo sin cargar maletas y tomando café. Todo esto gracias al apoyo del director del Teatro Robert Drobniuch, que arriesgó su vida invitándome a un teatro con tanto prestigio.

Y aquí sigo, creando cosas. Porque eso hago, crear, y no copiar. Ser autónomo en todos los sentidos. Si no sé hacer algo, no pido que me lo hagan, pido que lo enseñen y no aspiro a ser como otros, sino como yo me sienta cómodo. Incluso a veces a la audiencia le gustan mis trabajos. Sólo a veces.
Como ves esta no es mi historia, es la historia de muchas personas como tu o como yo, que han influido en mi desarrollo, cada uno con sus vidas, con sus conocimientos, sus fracasos y sus éxitos. Mi mayor éxito: las personas en mi camino.
Y este camino aún lo estoy recorriendo. Un camino sin retorno. Un camino sin final.
David Zuazola







En el festival «Il Giardino delle Esperidi»- Campsirago- Italia.